Fumar en pipa es un conjunto de momentos placenteros. Al menos para un servidor. Pero quiero destacar uno en especial: el momento de abrir la lata. También el paquete. Podría titular el paquete, pero, por vulgar, el juego de palabras me aterra. Y recurrir al anglicismo pouch dañaría mi bien merecida fama de gramarnazi.
Pero no se trata de cualquier apertura. Matizo. Todas las aperturas son igual de satisfactorias, incluso en la que compruebas que es la última fumada en esa labor. Pero existe una que se coloca unos segundos por delante.
A estas alturas, los más listos de mis lectores sabrán que me refiero al descubrimiento, a la primera vez que abres una lata. Recuerdo el olor de mi primer paquete de Borkum Riff Whiskey con la añoranza de la adolescencia y me preocuparé seriamente cuando olvide esos aromas que llegaron al abrir mi primera lata de Dunhill Early Morning Pipe y que siempre han estado ahí; los que me llevaron al mundo de las mezclas inglesas y con los que empecé a disfrutar de verdad del tabaco de pipa. Y, confieso, temo el momento en que descubra mi Peterson Early Morning Pipe. Podría seguir escribiendo esos pórticos de gloria, esos anuncios del paraíso en mis manos. Y, aunque se producen en las siguientes cargas, carecen de la magia del descubrimiento.
Cada descubrimiento es una promesa de sabores, el inicio de un viaje que durará varias semanas (las que esa mezcla permanezca a mi lado) y numerosas aventuras. Son olores que se graban en la memoria, mojones que permanecerán en mi espíritu y que me ayudan a no olvidar de donde vengo.
Se dice que el olfato es uno de los sentidos que accede directo a la memoria, y a recuerdos asociados a un aroma, olor.
La magia de abrir una lata, por primera vez, es difícil de explicar. Los recuerdos asociados a la sensación de fumar uno u otro tabaco, suelen estar firmemente ligados.
Muy artículo!!
*quería decir: buen artículo (el dedo y el teclado del móvil me la han jugado)
Muchas gracias por tus palabras .