PipAlba logra el doblete en Madrid

El Club de Fumadores de Pipa de Albacete logró el pasado sábado, 18 de noviembre, el doblete en la Fumada organizada por el Club de Amigos de Madrid (CAP) cerrando, de esta manera, un año en el que también lograron la Copa de España, precisamente organizada por PipAlba. Una pena no poder asistir, otro año más, la fumada madrileña ya que, los muchos amigos que acudieron, no hicieron más que contarme el buen ambiente y el interés del mercadillo, con nuevas firmas de la que, espero, poder hablar en este espacio más pronto que tarde. Vilma Armellini presentó una pipa que gustó y donde volvió a demostrar su calidad como artesana.

PipAlba celebra su triunfo. Fuente: CAP Madrid

El factor diferencial de este año fue la labor escogida: Gladora Pesse Canoe Oriental Flake; un tabaco desconocido para la práctica totalidad de los participantes. Además, cada uno los prepara a su buen entender con lo que se abre el abanico de posibilidades. Pablo García Aragón era el primero de los 54 pipafumadores que acudieron en en ver apagada su pipa: seis minutos. Dos minutos más tarde se apagaba otra. A partir de ahí, un rosario de salidas de la competición. Pasada media hora, sólo seguían treinta pipas encendidas. Todo parecía ir muy rápido. Pasados otros quince minutos, sólo quedaban diez pipafumadores. Carmen de Mesa era la última mujer en mantener la pipa encendida, terminando en el puesto 16 de la clasificación general con 41:40.

La recta final fue trepidante. Tan sólo en el minuto 45 hubo tres apagados. Hubo un pequeño respiro y desde el séptimo puesto de Josep Samitier (47:10) volvieron a sucederse el goteo. La barrera de los cincuenta minutos se reservaba para cinco participantes. Ellos se iban a jugar las clasificaciones. Rafael Javier Gelices se despedía con 51:25. La cuchara de madera era para el presidente del CAP, Ignacio Macías, que firmaba 56:01, en una apurada lucha con Erardo Herrera Martín que hacía 56:27 para asegurarse el bronce. El triunfo se iba a decidir entre Toni Pascual y Francisco Reguero, a la postre los dos únicos pipafumadores que superaron la hora. Pascual en cinco minutos y 47 segundos, con lo que se hacía la plata. Reguero alargaba la fumada hasta 12:07, un margen que permitía que el equipo de PipAlba (Francisco Reguero, Antonio Gómez y Julián Romero) sumase 2:34:46 y lograse el triunfo colectivo sobre el Pipa Club Arturo del Pozo ( Rafael Javier Gelices, Alfonso Martín Bautista y Francisco Bernad Ripoll) que había registrado 2:21:46. El bronce fue para el Girona Pipa Club ( Josep Samitier Viñals, Jean Pierre Soler y Tomás Pérez García) con 2:04:08.

En la web del CAP encontraréis todos los resultados detallados, además de una amplia galería de fotos de la jornada. Aquí os dejo el enlace.

Paraiso, una cierta idea del cielo

Continuamos publicando los ganadores del Concurso Relato Corto 2023 convocado por el Pipa Club de España. Hoy damos la palabra a Miguel Morey Aguirre quien con el seudónimo de MAC se alzó con el segundo premio del concurso. Este es su relato.

Imagen: «Pipe Dreams» de Joshua Minso

“Al principio reinaba la nada y la oscuridad, y Dios lo vio y decidió crear la pipa y el tabaco para fumar en ella, y Dios la probo y vio que era bueno”.

Pues sí, este es el primer versículo del Libro del Génesis tal y como se lo dicté al cenutrio de Moisés, pero el muy puritano fanático decidió censurarlo, igual que censuro el segundo versículo, el del segundo día, cuando creé el vino, la cerveza y las bebidas destiladas. Solo a partir del tercer día me dedique a la luz, a la tierra, el agua y demás cosas. Y sí, el mundo no se creó en seis días, fueron ocho y al noveno descansé, me fumé una buena pipa y me tomé un buen lingotazo.

La verdad es que puedo ser omnisciente, pero escogí un mal amanuense. Moisés no se enteraba de nada, no entendía lo que decía y me censuraba las partes que no se adaptaban a su idea puritana de la existencia. En general he tenido mala pata en eso de seleccionar a mi personal. A San Miguel, como no lo ate en corto, se pone a invadir Polonia; San Gabriel y San Rafael son un desastre como recaderos; y el colmo fueron los dos inútiles que envié a Sodoma y Gomorra para avisar que un meteorito les iba a caer encima, y se limitaron a avisar en la primera casa y luego fueron a la segunda casa, que resultó ser un bar, y se quedaron ahí de copas (y el meteorito les cayó encima). Los de la primera casa salieron por piernas sin avisar a nadie y luego Moisés (¿y quién iba a ser?) convirtió un desastre en la transmisión de información en un cuento moralista.

Volviendo a Moisés, y a su integrismo anti todo, me aparezco ante él para encargarle unos trabajillos fumando una ODA de Dunhill estupenda, una de mis pipas preferidas, y decidió que eso iba a ser una mal ejemplo para las futuras generaciones y va y me convierte en una zarza ardiendo. Una zarza ardiendo…
para eso como si me pone de marmolillo de calle peatonal. Y luego, le hago el favor de guiarlo por el desierto (estaba más perdido que un salmonete en el desierto), me pongo en modo Google Maps, y escribe que seguía una columna de humo. Pues claro que seguía una columna de humo, la que salía de la
colección de pipas de mazorcas de maíz que utilicé (no se me ocurriría ir al desierto con una de mis Charatan o de mis Comoy’s). Por cierto, si os preguntáis que hacía yo con una Dunhill en el Siglo XIC a.C., ventajas de ser omnipotente.

Bueno, me estoy desviando de lo que quería comentar. Quedamos con que al noveno descansé, y me hacia ilusiones con descansar el resto de la eternidad, pero estaba yo al poco tiempo con mi amigo Lucifer, fumando unas pipas y tomando un copazo de Suau de mi reserva personalizada, cuando aparece por ahí mi nieto Abel contando no se qué historia de Caín y de una quijada de burro, y que se mudaba a mi casa para los restos, quejándose de que no había piscina cubierta y que la wifi era una birria. En ese momento sentí que la Creación se me venía encima porque me di cuenta que Abel era el primero de
miles de millones de ocupas que se me vendrían a vivir al Paraíso. Menos mal que Lucifer estaba ahí para echarme una mano.

El caso de Lucifer (o Satanás, como gustéis) es curioso. Pacifista, vegano, buenista, ecologista, defensor de los LGTBI… no entiendo la mala fama que tiene. También es buen fumador de pipa, aunque para mi gusto le gustan demasiado las freehand. El caso es que me recomendó externalizar eso del más allá, y montar paraísos al gusto de los consumidores. Siguiendo ese sabio consejo firme muchos contratos con diversas empresas especializadas en la gestión del más allá (para mí el más acá). Unos tuvieron más éxito que otros. Por ejemplo la Scandinavian Paradise Inc. empezó bien con su Valhalla, pero hace siglos que no les entra nadie. En cambio quien se lo ha montado mejor son los de la Buda Nirvana Corp. Esos, a todo quisque que llega lo envían de vuelta a reencarnarse con el argumento que todavía no han llegado a la
perfección, y me consta que hacen trampas para que nadie llegue a la perfección. Así solo tienen los ingresos del contrato y ningún gasto de mantenimiento. Negocio perfecto, todo beneficios. Y eso que parecían tontos.

El infierno se lo encasqueté a Lucifer (por fastidiarlo, básicamente), y no os creáis lo que dicen por ahí del infierno, es el modelo en que se basa el sistema penitenciario escandinavo. Mucha terapia de grupo, mucho tratamiento psicológico, mucha reeducación, mucho proceso de reinserción y cosas así. El único sitio realmente molesto es donde ha puesto a los que pretenden prohibir los vicios inocentes como el tabaco o el alcohol (gentuza como Hitler y personajes de su ralea). El muy sádico les pone las obras completas de Pimpinela en bucle…

Otra historia de Lucifer es cuando envié a mi hijo a la Tierra para ver si arreglaba aquella jaula de grillos. El caso es que se me rebotó (el hijo, no Lucifer), que no quería ir a la Judea del Siglo I, que allí todavía no conocían ni el tabaco ni la pipa, que mucho mejor Nueva York o California en el Siglo XX, incluso me planteó la Polinesia Francesa… El caso es que tuve que prometerle que le regalaría todo el tabaco que se fuera a fumar de aquí a la eternidad para que se fuera… y así y todo me engaño. Dijo que se fue al
desierto 40 día a meditar… y un cuerno a meditar, me consta que había quedado con Lucifer y se pasaron 40 días de juerga (y fumando todas las pipas que querían, que en el desierto no les veía nadie).

Bien, a donde quería llegar desde el principio. Decidí quedarme una pequeña sección del Cielo, una en la que pienso que puedo pasarme la eternidad en buena compañía. Se trata del Paraíso de los fumadores de pipa. Aunque no os lo creáis hay muchas peticiones de ingreso de falsos fumadores de pipa, o peticiones de fumadores que no se lo merecen por otros motivos. Por ejemplo se intentó colar un tal Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, y en la oficina de admisiones se limitaron a comprobar si fumaba en pipa (que si lo hacía) sin comprobar el historial. Menos mal que el amigo Bertrand Russell (que ese sí
está en el paraíso de los fumadores de pipa) lo identifico como Stalin y se evito una situación desagradable.

Desde hace unos años se ha incorporado a mi sección del Cielo una persona que ha dinamizado mucho el cotarro. Tengo (tenemos) con él grandes charlas sobre las pipas y el tabaco, aunque no me gusta que intente que me deshaga de casi todas mi pipas, e intenta explicarme un sistema de clasificación de
tabacos que no entiende ni Dios (es decir, yo mismo). Pero tenerlo aquí es una gozada.

Se llama Pepe…

Gladora: estreno de lujo en Madrid

El próximo sábado, 18 de noviembre, se celebrará la tradicional fumada del Club de Amigos de la Pipa de Madrid. Ya está todo listo, incluyendo la recepción a los amigos italianos que lleguen en la víspera y a todo el que se acerque al encuentro madrileño que, este año, volverá a contar con el cartel anunciador obra del artista Juan Romero, veterano pipafumador y socio del Cap. Será una cita cargada de novedades, entre ellas la selección del tabaco de este año: Pesse Canoe Flake Oriental, del fabricante turco Gladora. Será un novedad total en España ya que el fabricante turco aún no se comercializa en España.

Su llegada al país se conoció el pasado julio, cuando el Boletín Oficial del Estado publicaba los precios de comercialización de las seis primeras labores que Superestanco distribuirá en España. A partir de ahí, se inició un periodo de seis meses hasta que puedan llegar a los estancos españoles, que será el 20 de enero del próximo año. En la actualidad, Superestanco ha iniciado el periodo de preventa a los estancos. Canoe Flake se venderá en los estancos a 14,30 euros y la hoja de cata de la empresa lo presenta como una «mezcla Virginia de Adumayan (en el este de Turquía), y variedades de Oriental Yayladağ (variedad nativa del sur, cerca de la frontera con Siria) y de Bitlis (variedad nativa del sureste), con un toque de higos, pasas y miel». El catálogo se completa con tres aromáticos, de chocolate, vainilla y cereza, cada uno con un precio de venta de 8,90 euros; y dos flakes de Latakia, uno con una fuerza media, que se comercializará a un precio de 14,60 euros, y otro más fuerte, que llegará al mercado con un precio de 14,90 euros. De momento, si queréis saber algo más, os dejo este video de nuestros amigos de La Ruta del tabaco que cuentan con la colaboración de Toni Pascual para presentar a la marca.

Termino invitando a todos los interesados a que asistan a la cita madrileña donde, además, desde las once de la mañana estará abierto el mercadillo habitual con viejos conocidos como Sigmund Pipes, J. P. Soler, Bruken, Cartago Pipes y también debutantes como Yoal Pipes. Por cierto, en las últimas horas se ha producido alguna baja entre los participantes, con lo que hay nuevos puestos disponibles para la cita que contará con una pipa de Vilma Armellini, que acudirá a la cita madrileña, para la competición y estará en el mercadillo al igual que Stefano Santambrogio.

¡¡Buenos humos!!

La primera pipa y la última

Como avanzábamos en anterior artículo el Pipa Club de España convocó el pasado mes de Mayo un Concurso de relato corto 2023. El jurado compuesto por Don José Francisco Argente Sánchez, Doña Concepción Rubio Pillado y Don Antonio Alcalá Vázquez, todos ellos socios del PCdE, anunciaron en el mes de Octubre los relatos premiados y los nombres de sus autores. Hay que mencionar que el envío de los escritos se hizo bajo seudónimo.

Los premios recayeron en :

Tercer premio a Maciá Ferrer Más por el relato «La primera pipa y la última».

Segundo premio a Miguel Morey Aguirre por «Paraiso».

Primer premio a Carlos Moreira por «En el río».

A continuación adjuntamos el relato de Maciá Ferrer que da título a esta publicación.

Picasso, Le Fumeur 1971

La primera pipa y la última por Maciá Ferrer (Pep Pipa)

Aquel era un día normal. O por lo menos, lo parecía. Su resaca del whisky de la noche anterior, sus sábanas desordenadas sobre la cama, la última rubia con la que creía recordar haber hablado en el bar, descansando a su lado, con las piernas desordenadas, medio oculta a su vista por la escueta sábana de seda color crema…una mañana normal. En apariencia.

Su estado de ensoñación observando las curvas semi-cubiertas a su derecha se vio interrumpido por el sonido insistente del teléfono y el efecto de la insidiosa vibración sobre la mesita de noche. “¿Dónde coño lo he metido?” Buscó un rato interminable, pensando en no perturbar el sueño de ¿Bárbara? ¿Luisa? ¿Eva? Bah! ya se preocuparía después por el nombre, ahora debía encontrar el origen del sonido y del zumbido vibrante.

Al fin, ahí estaba el teléfono. Lo asió con la mano izquierda, todavía entumecida por la postura en la que había mal dormido y peor descansado, pero el aparato demoníaco ya había parado de sonar.

Pudo ver un nombre antes de que se atenuara la iluminación de pantalla: Dra. López, IGME. Debía ser importante, pero ya lo aclararía desayunando con… ¡Clara! se llamaba Clara y era becaria de su compañero el doctor Mann, ese alemán estirado y medio calvo del laboratorio número 4.

Se dispuso. Era su momento. Silencio en su piso de soltero de tamaño medio en el centro de Madrid; nada ni nadie interrumpiría la carga y regocijo de una pipa, la primera pipa de la mañana, la mejor y más placentera.

Eligió con cuidado, recordando cuál había descansado más entre todas las amantes que adornaban su pipario, recordando alguna anécdota asociada a una de las pipas que reposaban, formando en fila como un ejército de silenciosas cómplices.

Tenía unas treinta pipas de diferentes marcas, formas y épocas en su vitrina. Era un armario austero, de madera rojiza (quizá caoba?), de un metro de ancho por un metro setenta de alto, con dos puertas de un cristal levemente tintado que permitieran a los curiosos observar sus amantes, pero sin permitir que ellas se oxidaran por el efecto del Astro Rey. Fue recorriendo con los dedos, suavemente, los estantes superiores hasta que se detuvo pensativo en la elegida, una bent irlandesa arenada, con boquilla p-lip, pipa robusta, no muy lujosa pero práctica para ese momento: necesitaba desconectar de su entorno rebosante de demasiadas preocupaciones, demasiado trabajo, demasiada fiesta, demasiada vida para su edad.

La pipa le brindaba un momento solo consigo mismo, decidió disfrutarla con aquella mezcla inglesa levemente latakiada que siempre usaba por las mañanas “hasta que dejen definitivamente de producirla” pensó, lamentándose amargamente de las vicisitudes del pipafumador que no se conformaba con los tabacos “más comerciales”. Cargó cuidadosamente, ni muy suelto ni demasiado prieto, y encendió, como un autómata, la cerilla de madera.

Era su momento, desde la terraza de su heredado cuarto piso viejo y sin ascensor, podía observar el barullo de la calle sin ser visto, mientras con caladas suaves, aspiraba el humo disfrutando la impregnación del ambiente y de sus papilas. Si el cielo existía, tenía que parecerse a esos momentos de primer contacto con la nicotina por las mañanas.

Estuvo pensando relajadamente, mientras fumaba, en el día anterior cómo se había complicado todo, en cuestión de minutos, por unas lecturas amenazantes de los sismógrafos situados en Granatula de Calatrava; debía ser un error. Por contra, pensó que si le llamaba la subdirectora del Instituto Geológico y Minero tan temprano esa mañana, algo debía haberla alarmado, pero no iba a pensar en ello hasta que acabara su fumada. Estaba disfrutando de su pedazo de paraíso, al fin y al cabo.

El tercio final de la fumada había llegado, para muchos ignorantes era sinónimo de descenso en el placer, para él era el cénit: el punto álgido de sabor, de degustación pura del humo, de mayor variedad de matices en la inundación de los senos paranasales, el retronasal sumo, el Valhalla. No apuró hasta el final, pero dejó que se consumiera y vació cuidadosamente la ceniza en el cenicero de barro informe que le había regalado su ahijado de siete años, “soberano adefesio” había pensado en su momento, ahora agradecía su tamaño más que respetable y sus bordes romos.

En fin, ya estaba volviendo a la vida terrenal, resignado. Ahora, tendría que despertar a su inquilina involuntaria, ¿porqué no se habría marchado de noche y le habría ahorrado esta incómoda situación? Volvió a depositar la pipa, ya limpia, en el estante que ocupaba antes.

Se dirigió hacia el teléfono móvil, justo cuando volvía a iniciar su combinación de melodía torturadora y vibración convulsa. “Qué pesaditos están” refunfuñó con voz trasnochada mientras Clara, ahora estaba seguro de su nombre, se desperezaba lentamente.

-Diga.

-¿Doctor Ruíz? Le hemos llamado hace más de media hora. ¿No piensa honrarnos con su presencia esta mañana?

-¿Qué hora es? Buf! sí, voy de camino. Disculpen- Se frotó el entrecejo.

-¿Tuvo tiempo de mirar las lecturas de Ciudad Real?

-No, voy para la parada del metro mirándolas, tranquila, doctora.

-No me diga que esté tranquila, ni usted debería estarlo. Apresúrese.- Qué tono estaba usando con él, con todo lo que habían compartido, tiempo atrás.

Clara no necesitó explicaciones, después de la llamada; “al menos, es lista” pensó Hernando, mientras le ofrecía un café con leche y se vestía al mismo tiempo.

Había vuelto a caer en las andadas, maldita sea: chicas más jóvenes que él atraídas por su situación de poder y un físico no deteriorado en demasía y él como un gañán, aprovechándose, guardando celosamente su soltería, lejos de cualquier compromiso lejanamente real.

“La última vez, prometido…” pensó, sintiéndose culpable. “¿a quién queremos engañar, doctor Ruíz?” se sonrió bajo el bigote que ya empezaba a pintar alguna cana. Preparó su bolsa bandolera con el portátil y tres “¿bastarán tres?”, mejor cuatro pipas para pasar la jornada laboral a la que ya llegaba con una hora de retraso. Pero había merecido la pena.

Ya en el interior del vagón de la línea 6 del metro, detuvo la mirada en las lecturas sísmicas que le habían enviado por correo electrónico esa misma noche. Efectivamente, la situación pintaba un desajuste tectónico importante desde los últimos tres meses. Pero ¿porqué tanta prisa precisamente esa mañana? no había nada significativo, o eso pensaba en un primer momento.

En la última hoja del archivo, estaba la alarma que debería haber detectado la noche anterior, antes de salir de copas con la joven que ya debería estar en el laboratorio número cuatro y todavía estaba en su dormitorio. “Qué falta de vista, Dios mío”. Llamó a López, sin cobertura.

Salió de la parada de Guzmán el Bueno apresurado, guardando como pudo el ordenador en su funda con una mano, mientras con la otra sujetaba el teléfono pegado a su oído derecho. Señal, al fin.

– Sí, ¿Erica? lo acabo de ver. Tenías razón. Voy para allá.

– Le esperamos, doctor Ruíz.-Un tono nada familiar, ni familiarizador.

Ella quería hacerle saber que estaba pasando algo importante, no era momento para perder la profesionalidad ni la debida distancia, debía estar acompañada. Llegó al ascensor mientras se estaba cerrando la puerta. Alguien en su interior, interrumpiendo el cierre con un gesto, le permitió pasar. Saludo breve, miradas de agradecimiento y aprobación. Subiendo.

Cuando llegó a la puerta de la directora general, la mirada de la doctora López no dio pie a disculpas. Entraron ambos en la oficina, atestada de técnicos y en el centro de la sala, de pie, dos personajes que no reconoció en un momento inicial, vestidos con traje y corbata.

– Señores, el doctor Ruiz ha llegado, al fin, nunca mejor dicho- Introdujo Erica López, con un tono entre sarcástico y preocupado.

– Buenos días, encantado-Le tendió la mano uno de los personajes en traje y corbata. Lo reconoció. “Mierda, esto es gordo”. El señor Ministro en persona.

La reunión fue breve, las conclusiones, devastadoras. El doctor Hernando Ruíz, del Instituto Geográfico Nacional, con un gesto resignado, se soltó la corbata mientras notaba los primeros temblores. Subió por las escaleras a la azotea, ¡cómo le encantaban los puntos de vista elevados! No se podía haber prevenido a la población, ni si hubieran contado con mejores sensores o sismógrafos; no había solución posible ya que incluso las instalaciones del USGS, su homónimo en USA, habían detectado el desastre al mismo tiempo que ellos, la noche anterior. La situación era la que era.

Él, en esos momentos, sabía exactamente qué le quedaba por hacer. Cogió su bandolera, rebuscó en ella, encontró su pipa preferida (¿era casualidad o premonición que, precisamente hoy, la hubiera elegido?). Mientras sujetaba la lata de tabaco con la mano derecha y la pipa, su Pipa, con la zurda, llegaron temblores un poco más notables.

No se sorprendió sonriendo, pensando mientras cargaba el tabaco cómo esa misma mañana le había preocupado el fin de la producción de su marca de cabecera. Ya no importaba. Eran él y su pipa favorita, llena con su tabaco favorito. Ya no importaba nada, desde el balcón veía cómo las grietas se abrían por todas las calles de Madrid, entre violentas sacudidas. El subsuelo escupía humo, vapor de agua y magma, entre explosiones de gas aquí y allí, pero no importaba. Ya no.

Encendió una cerilla de álamo con gesto decidido, atacó suavemente el tabaco y reencendió, mientras aullaban sirenas caóticas desde mil puntos a la vez y la Calle Sotomayor se colapsaba, sepultando varios coches. ¿Debería haberse casado con Erica, después de años de noviazgo? No le importaba. ¿Debería haber sentado la cabeza con alguna de sus aventuras esporádicas? ¿Hijos tal vez? Ya no importaba nada.

Él se disponía a disfrutar de la última pipa. Fue mejor que la de la mañana, por primera y única vez en su vida. Los últimos temblores llegaron con las últimas bocanadas, agarrado a la barandilla, justo antes de que colapsara el edificio, con el resto de la ciudad. Y después llegó el silencio.

Fructífero año del Pipa Club de España

Mas allá de los humeantes y amenos encuentros de sus socios con los que he tenido el placer de compartir charlas, risas y tabacos, la junta directiva del Pipa Club de España, liderada por Carlos Moreira López-Monis, ha hecho de este año 2023 un fructífero punto de partida para relanzar las actividades de carácter cultural del histórico Club que tiene el honor de ser el primer pipaclub formalmente registrado en España.

Las restricciones impuestas por la pandemia del Covid, hoy apenas un doloroso recuerdo, y las cada vez más agobiantes políticas anti-tabaco limitaron sus actividades y dañaron casi irremediablemente la estructura del PCdE que a principios del 2023 tuvo que pasar por un lento y laborioso proceso de refundación social que, en este mismo año, está mostrando ya el acierto del nuevo rumbo trazado.

Entre las actividades más destacables del Club mencionaré las convocatorias lanzadas el mes de Mayo de un Concurso de Relato corto y un Concurso Fotográfico que se fallaron el pasado mes de Octubre en en la reunión anual de socios.

El concurso de relatos se premió con pipas artesanales y tabaco, el concurso de fotografía tuvo, además de pipas y tabaco, el premio adicional de una estancia de fin de semana en un hotel a elegir entre casi tres mil establecimientos europeos.

En próximos días iremos publicando en esta revista los relatos y fotografías premiados, todos ellos relacionados con nuestro apasionante mundillo pipero. Nuestro agradecimiento a los socios y Junta Directiva del PCdE por permitirnos utilizar las fotografias y relatos premiados.

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