Erase una vez en los muelles de Londres

Acompañado por el sonido acompasado -tac tac tac- de su bastón golpeando el suelo empedrado de las riberas del Támesis, Mister Williams-Kyle se dirige con paso rápido, se diría que apresurado, hacia los almacenes de la British Tobacco Co de la zona portuaria de Londres mientras repasa mentalmente los resultados de las pruebas realizadas. hasta el momento.

Las hojas de las plantas de Virginia sembradas en en el sur de África han aportado pequeños matices diferenciales sobre las cosechadas en Carolina del Norte, Kentucky, Tennessee y Virginia, pero siguen en la misma línea de aroma y sabor que está intentando mejorar. Las fermentaciones realizadas en los Estados Unidos no son de su agrado, le resultan burdos y detestables los Burley y Cavendish que tanto agradan a sus socios y proveedores americanos.

Los círculos más snobs y adinerados de la burguesía francesa presumen de estar fumando tabaco oriental de variedades de escasa producción y difícil acceso, pero claro, ¿que se puede esperar de los malditos frenchys si ni siquiera saben comer adecuadamente? ¿fumar cosas llamadas Latakia o Itzmir? Absurdo. Un sinsentido. La bruma fría y densa de la mañana le corta la cara, este otoño de 1847 está siendo ciertamente desapacible.

Apenas un un breve gesto de cabeza como saludo y el encargado del almacén acompaña a su ilustre visitante hasta el centro de la nave donde esperan los fardos recién llegados del puerto de Atenas. Con mano hábil abre el primero de ellos y al instante detectan un delicioso, extravagante y desconocido aroma. ¡Uhmm! exclama Mr Williams-Kyle ¡Oh my God! ¿Is this, perhaps, what I was looking for?

Las etiquetas de los fardos indican que vienen de las montañas de Tracia y la mercancía está marcada como «Hojas de tabaco Djebel». Las instrucciones son rápidas y firmes: estos fardos deben ser enviados hoy mismo a la factoría y deben permanecer a buen resguardo hasta el momento de su traslado.

Con un breve gesto de despedida Mr Williams-Kyle emprende el camino de regreso. En su mente ya está trabajando en las mezclas que quiere probar ¿Como reaccionará el Virginia más puro si le añado un, digamos, quince por cierto de estas misteriosas hojas de Djebel? ¿Aplicaré presión a la mezcla? ¿Quizás también algo de calor para facilitar su integración? ¿Será mejor hacer una mixtura? ¿O acaso una vez aplicado calor y presión convendrá cortarlo en finos slices? ¿Y si probamos a confeccionar unas robustas ropes para facilitar su transporte? Abrumado por tantas preguntas y emocionado por la posibilidades que se le presentan Mr Williams-Kyle va de regreso a su laboratorio en la factoría de la British Tobacco Co sin sentir la fría bruma de la mañana londinense.

Lo anterior es, obviamente, una ficción. No se tiene conocimiento del momento exacto en el que nacieron las mezclas que hoy llamamos «inglesas» aunque no es demasiado aventurado afirmar que pudo ser en la segunda mitad del siglo XIX ya que a mediados de esa centuria habían llegado a Francia y quizás también al Reino Unido variedades monovarietales que se fumaban en círculos restringidos de la nobleza. El novelista Alexandre Dumas menciona en su obra El Conde de Montecristo publicada en 1844 que el Conde invitaba a sus más selectos invitados a fumar Latakia en la intimidad de sus aposentos privados.

Todo lo anterior me sirve de punto de partida para hablar de una mezcla inglesa sencilla y arcaica, una combinación de virginias y orientales turcos, del tipo de las que imagino serían las primeras merecedoras de esa denominación, antes de que se empezaran a diferenciar los matices propios de cada una de las variedades de tabaco oriental, antes de que la Latakia cobrara el protagonismo que hoy le reconocemos. Me refiero a la mezcla que Herbert Motzek elabora en la localidad alemana de Kiel: TAK Little Snake.

Esta mezcla se comercializa a granel en el mercado alemán y es una labor de solo tabaco, sin aromas artificiales añadidos, tabaco de Virginia rojo y dorado condimentado con tabaco turco, sin más. Cortado en «broken flake» de un hermoso y uniforme color rojizo. La humedad del paquete abierto está por encima de la que a mi me gusta.

El aroma inicial es cítrico, agradablemente especiado, dulce y meloso, me recuerda a la compota de manzanas. En segundo plano capto notas muy sutiles de madera.

Cargo la pipa con el tabaco de la bolsa recién abierta temiendo problemas de encendido pero me equivoco, enciende fácil y se mantiene sin esfuerzo. Es muy amable en boca, no muerde, no irrita, es untuoso, dulce y ligeramente especiado. Muy agradable, sin aristas, para cualquier hora del día. Ideal para tabaco de a diario y para iniciarse en las labores inglesas.

La segunda pipa, con el tabaco aireado un par de horas, confirma mis impresiones iniciales: amable, agradable, sin estridencias.

Para conseguir este tabaco tendremos que acudir a los amigos que viajen a Alemania (tengo un amigo que tiene un amigo que conoce a alguien que…) o seguir vigilando los mercadillos habituales de nuestro mundillo en los que, de vez en cuando, aparecen pequeños tesoros como este TAK Little Snake.

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