El señor del brezo: Jean Pierre Soler

Su nombre, Jean Pierre Soler, identifica perfectamente sus raíces francesas; su acento catalán es inconfundible y la amabilidad con la que conversa con Pipas y Tabaco (PYT) evidencia que Jean Pierre Soler es un destacado miembro de la cofradía de la pipa. Pero es mucho más, es el señor del brezo, el heredero de una dinastía que preparó escalabornes para medio mundo y donde él se ha encargado de fabricar algunas de las pipas más divertidas y simpáticas que se pueden encontrar.

Sin entrar en genealogías ni en matices, la saga Soler se inicia en 1890, cuando la hermana de su abuelo se casa con un artesano francés que trabajaba en los escalabornes. Soler nunca había pensado en dedicarse al mundo de la pipa. Resume su vida: «Estudiaba para mecánico, pero me dijeron que tenía que entrar a la fábrica. Llegamos a trabajar diez personas. Vendíamos a todo el mundo, a Estados Unidos, a Japón, en Europa, a Londres y a Dinamarca; a Brasil; antes de la guerra se vendía a más a los americanos, pero no pagaban tanto como los europeos. Hace diez años cerré la fábrica. Me jubilé con 67 años. No hay un relevo generacional. Mi hijo sabe hacer escalaborne, pero no le di0 por ahí». El futuro del brezo español se encuentra en manos del taller de Bruken y del gaditano José López.

Jean Pierre Soler, en la fumada del Club de Amigos de la Pipa de Madrid con sus cachimbas.

Su jubilación le permite acudir a la mayoría de las fumadas que se celebran en España. Su bonhomía y generosidad es un tesoro para desconocidos, como un servidor, que se acercan a él para conversar y aprender de su experiencia.  Incluso muestra la juventud de su espíritu, como el proyecto que el pasado año que nació en la fumada de Madrid del pasado año para hacer una pipa a cuatro manos junto con Bruto Sordini (pipas Don Carlos) y que deberemos conocer este año.

En el último trimestre del pasado año sufrió un accidente, que provocó que perdiese dedo y medio de su mano derecha. Lo que nunca había sucedido en su actividad profesional, le pasó “por una tontería. Me pidieron una madera para un bonsái y tuve el accidente”, comenta.

Recuerda a los payeses con el brezo. “Llegaron a traer más de mil kilos”. Las raíces se almacenaban y se regaban constantemente para “impedir que se secasen, había que mantenerlas vivas”. El verano es un mal momento para recogerlas ya que “la piel está muy tierna”. El mejor momento es cuando “no hace mucho calor”. Las raíces se cortan y se hierven durante doce horas, de manera ininterrumpida, con un chorrito de agua y en calderas de bronce. “Es lo mejor, en acero inoxidable quedan muy blandos”, comenta.

El siguiente paso es poner a secar las raíces, pero con el cuidado de que “no reciban demasiado calor ni demasiado frío”. Recuerda como en el taller mandó construir unos altillos. El proceso de secado también es lento y necesita tiempo antes de hacer los cortes que preparaban con un número de modelos.

“Tuvimos años en los que tratamos hasta 400 toneladas de cepas”, comenta rememorando una actividad incesante. “Recibíamos raíces de toda España. Había que quitar la tierra y la piedra antes de comenzar a cocer la madera. Recuerdo que unas de las mejores raíces, nos llegaron de Ciudad Real, pero tenían mucha piedra”, asegura.

Pero Soler también es fabricante. Sus pipas son apreciadas y conocidas por las formas originales, por bromas que incluye en el acabado. “Disfruto haciendo pipas. Todas las que salen con máquinas, son iguales, aburridas. Me gusta aportar detalles que le dan vida”, comenta sin renunciar a la perfección técnica. Así, de sus manos salió un bastón pipa que permite caminar y disfrutar de la nicotina y un amplio muestrario de formas y acabados. “No tengo ninguna igual”, asegura.

Sobre el mantenimiento de las pipas recuerda como en la década de los 70 y 80 se barnizaban, “pero es malo” y comenta como cada vez más pipa fumadores acuden a restauradores para retirar esa capa. Subraya la importancia de limpiarlas con escobilla después de cada fumada. Después de cada fumada, aconseja guardarlas en lugares secos y “apartarlas de la luz, si la ebonita de las boquillas no es muy buena”.

Desde su experiencia define el actual momento de la pipa como “algo difícil, pero tendrá que llegar otra época. Las grandes cabeza siempre fuman en pipa”, destacando la ventaja que siempre ha representado no tragar el humo.

Como fumador, es fiel a Mac Baren Original Choice, uno de los aromáticos más reputados. “Me encantó desde el primer momento”. Aunque el maestro Soler tiene su secreto: “En un molinillo de café, pongo medio paquete de Original Choice y un par de hojas de puro”. Sólo fuma en sus pipas y cuenta con una colección de veinte cachimbas con la que va rotando.

Y termino esta larga conversación con este documental de algo más de nueve minutos que descubrí gracias a @maxi Rica. El cuento de la buena pipa es una producción de nueve minutos de duración dirigida por Andreas Strasser y producida por De Tot Arreu donde el maestro el proceso de elaboración de la pipa al tiempo que lo ejecuta y vemos el taller. Está grabado en catalán, pero para los que no conocemos ese idioma nos podemos hacer una idea general.

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