Cuatro meses, ciento veintiún días sin encender una pipa, ninguna nube de humo me ha acompañado desde que inició este año 2024. Es cierto que he realizado agradables fumadas virtuales – mi publicación https://pipasytabaco.es/humo-en-el-parque/ se basa en un hecho real – que me han consolado durante el largo proceso de renuncia al tabaco. Igual que me han consolado, agradado y divertido las publicaciones en los distintos foros que sigo visitando diariamente, al fin y al cabo amo y añoro el mundillo de la pipa.
Y es que esta publicación trata de añoranzas. La primera de ellas, la más poderosa de mis añoranzas, es la emoción que acompañaba la recepción de una lata de una labor nunca antes fumada, el ritual de la apertura, los primeros aromas cuidadosamente anotados en mi libreta de catas, el corte y el aspecto del tabaco, la admiración de esas doradas inclusiones que destacaban en unos «flakes» de intenso color castaño, la textura untuosa de las hebras, su grado de humedad. Y así, paso a paso, se presentan mis añoranzas, la elección de la pipa, la preparación del tabaco para la carga, el encendido, las primeras sensaciones en boca, el protagonismo de cada una de las variedades que forman la mezcla a lo largo de la fumada…
Sin olvidar, por supuesto, la rutinas cotidianas de limpieza, mantenimiento y pulido de las pipas que permite – me permitía – admirar la belleza del grano del brezo y la armonía de sus formas. Rutinas a las que no daba importancia, que hoy extraño de una manera íntima reconociendo que me proporcionaban momentos muy agradables de calma e introspección, pipa en boca, frotando con un paño la pipa recién higienizada.
Unos pocos meses antes de colgar los bártulos de fumador escribí para esta revista un artículo que titulé «En una tarde gris» que finalmente no publiqué porque me pareció intrascendente. ¿A quién le podría interesar saber cómo y dónde guardaba mis pipas? Ahora, a la luz de mis añoranzas y como un homenaje a los fumadores de pipa y a sus rituales casi mágicos, me animo a publicarlo. Ahí va.
En una tarde grís
La tarde es gris y húmeda, cae una lluvia fina y densa que más parece niebla y no invita a salir a a caminar así que he decidido quedarme en casa para revisar y limpiar mis pipas y pulir algunas boquillas que comienzan a mostrar tonos grises verdosos desagradables a la vista.
Descansan mis pipas en la cómoda del salón. Dos cajones centrales acogen las mejores piezas separadas según su capacidad y su valor. Las pipas de la tarde, de capacidad medía y buena calidad, descansan en el primero de los cajones. En el segundo reposan los pipones, ganada esa categoría en función de su gran capacidad y su mayor valor económico, destinadas a las fumadas vespertinas, más reposadas, tranquilas y de mayor duración que las diurnas.
Las pipas mañaneras, también llamadas mochileras, ligeras, de menor categoría y precio que las antes citadas, son las que acompañan el primer café del día y viajan en el bolsillo superior de la mochila en mis rutas montañeras, descansan en una bandeja sobre la cómoda.
En una estantería lateral de la cómoda, protegidas en fundas de tela, esperan nuevo destino aquellas pipas que he decidido vender. En la otra estantería lateral, junto al Dremmel, las pastas de pulido, la cera carnaúba y el resto de los complementos que acompañan al pipafumador, tengo media docena de piezas para reparar o restaurar, ya sea que me sienta con ganas de ponerme a trabajar, o que las empaquete con destino a Maçanet de Cabrenys para que el Maestro Segimón Baulenas ejerza su magia, o ambas cosas, una vez reconocida mi limitada capacidad para resolver algunos de los males que afectan a esas piezas.
¿Y cual es el interés de este artículo? os estaréis preguntando. Puede que ninguno, o quizás solo esté compartiendo el placer que me proporciona abrir esos cajones, contemplar mis pipas y, de vez en cuando, frotarlas con un paño hasta conseguir ese hermoso brillo satinado que tanto nos satisface.
Protestan los lectores: ¿Y ya está? ¿Ese es el artículo? ¿Para que lea esto me has molestado? Que sepáis que me habéis mosqueado con tanta pregunta. No me queda sino ponerme a buscar un mueble adecuado para exhibir mis hermosas pipas, y cuando lo haya encontrado os lo mostraré para que la envidia os corroa. Si es que con tanta exigencia esto es un sinvivir.
Espero que, aunque no disfrutes del tabaco, sigas compartiendo con nosotros tus conocimientos y experiencia pipera.