Paraiso, una cierta idea del cielo

Continuamos publicando los ganadores del Concurso Relato Corto 2023 convocado por el Pipa Club de España. Hoy damos la palabra a Miguel Morey Aguirre quien con el seudónimo de MAC se alzó con el segundo premio del concurso. Este es su relato.

Imagen: «Pipe Dreams» de Joshua Minso

“Al principio reinaba la nada y la oscuridad, y Dios lo vio y decidió crear la pipa y el tabaco para fumar en ella, y Dios la probo y vio que era bueno”.

Pues sí, este es el primer versículo del Libro del Génesis tal y como se lo dicté al cenutrio de Moisés, pero el muy puritano fanático decidió censurarlo, igual que censuro el segundo versículo, el del segundo día, cuando creé el vino, la cerveza y las bebidas destiladas. Solo a partir del tercer día me dedique a la luz, a la tierra, el agua y demás cosas. Y sí, el mundo no se creó en seis días, fueron ocho y al noveno descansé, me fumé una buena pipa y me tomé un buen lingotazo.

La verdad es que puedo ser omnisciente, pero escogí un mal amanuense. Moisés no se enteraba de nada, no entendía lo que decía y me censuraba las partes que no se adaptaban a su idea puritana de la existencia. En general he tenido mala pata en eso de seleccionar a mi personal. A San Miguel, como no lo ate en corto, se pone a invadir Polonia; San Gabriel y San Rafael son un desastre como recaderos; y el colmo fueron los dos inútiles que envié a Sodoma y Gomorra para avisar que un meteorito les iba a caer encima, y se limitaron a avisar en la primera casa y luego fueron a la segunda casa, que resultó ser un bar, y se quedaron ahí de copas (y el meteorito les cayó encima). Los de la primera casa salieron por piernas sin avisar a nadie y luego Moisés (¿y quién iba a ser?) convirtió un desastre en la transmisión de información en un cuento moralista.

Volviendo a Moisés, y a su integrismo anti todo, me aparezco ante él para encargarle unos trabajillos fumando una ODA de Dunhill estupenda, una de mis pipas preferidas, y decidió que eso iba a ser una mal ejemplo para las futuras generaciones y va y me convierte en una zarza ardiendo. Una zarza ardiendo…
para eso como si me pone de marmolillo de calle peatonal. Y luego, le hago el favor de guiarlo por el desierto (estaba más perdido que un salmonete en el desierto), me pongo en modo Google Maps, y escribe que seguía una columna de humo. Pues claro que seguía una columna de humo, la que salía de la
colección de pipas de mazorcas de maíz que utilicé (no se me ocurriría ir al desierto con una de mis Charatan o de mis Comoy’s). Por cierto, si os preguntáis que hacía yo con una Dunhill en el Siglo XIC a.C., ventajas de ser omnipotente.

Bueno, me estoy desviando de lo que quería comentar. Quedamos con que al noveno descansé, y me hacia ilusiones con descansar el resto de la eternidad, pero estaba yo al poco tiempo con mi amigo Lucifer, fumando unas pipas y tomando un copazo de Suau de mi reserva personalizada, cuando aparece por ahí mi nieto Abel contando no se qué historia de Caín y de una quijada de burro, y que se mudaba a mi casa para los restos, quejándose de que no había piscina cubierta y que la wifi era una birria. En ese momento sentí que la Creación se me venía encima porque me di cuenta que Abel era el primero de
miles de millones de ocupas que se me vendrían a vivir al Paraíso. Menos mal que Lucifer estaba ahí para echarme una mano.

El caso de Lucifer (o Satanás, como gustéis) es curioso. Pacifista, vegano, buenista, ecologista, defensor de los LGTBI… no entiendo la mala fama que tiene. También es buen fumador de pipa, aunque para mi gusto le gustan demasiado las freehand. El caso es que me recomendó externalizar eso del más allá, y montar paraísos al gusto de los consumidores. Siguiendo ese sabio consejo firme muchos contratos con diversas empresas especializadas en la gestión del más allá (para mí el más acá). Unos tuvieron más éxito que otros. Por ejemplo la Scandinavian Paradise Inc. empezó bien con su Valhalla, pero hace siglos que no les entra nadie. En cambio quien se lo ha montado mejor son los de la Buda Nirvana Corp. Esos, a todo quisque que llega lo envían de vuelta a reencarnarse con el argumento que todavía no han llegado a la
perfección, y me consta que hacen trampas para que nadie llegue a la perfección. Así solo tienen los ingresos del contrato y ningún gasto de mantenimiento. Negocio perfecto, todo beneficios. Y eso que parecían tontos.

El infierno se lo encasqueté a Lucifer (por fastidiarlo, básicamente), y no os creáis lo que dicen por ahí del infierno, es el modelo en que se basa el sistema penitenciario escandinavo. Mucha terapia de grupo, mucho tratamiento psicológico, mucha reeducación, mucho proceso de reinserción y cosas así. El único sitio realmente molesto es donde ha puesto a los que pretenden prohibir los vicios inocentes como el tabaco o el alcohol (gentuza como Hitler y personajes de su ralea). El muy sádico les pone las obras completas de Pimpinela en bucle…

Otra historia de Lucifer es cuando envié a mi hijo a la Tierra para ver si arreglaba aquella jaula de grillos. El caso es que se me rebotó (el hijo, no Lucifer), que no quería ir a la Judea del Siglo I, que allí todavía no conocían ni el tabaco ni la pipa, que mucho mejor Nueva York o California en el Siglo XX, incluso me planteó la Polinesia Francesa… El caso es que tuve que prometerle que le regalaría todo el tabaco que se fuera a fumar de aquí a la eternidad para que se fuera… y así y todo me engaño. Dijo que se fue al
desierto 40 día a meditar… y un cuerno a meditar, me consta que había quedado con Lucifer y se pasaron 40 días de juerga (y fumando todas las pipas que querían, que en el desierto no les veía nadie).

Bien, a donde quería llegar desde el principio. Decidí quedarme una pequeña sección del Cielo, una en la que pienso que puedo pasarme la eternidad en buena compañía. Se trata del Paraíso de los fumadores de pipa. Aunque no os lo creáis hay muchas peticiones de ingreso de falsos fumadores de pipa, o peticiones de fumadores que no se lo merecen por otros motivos. Por ejemplo se intentó colar un tal Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, y en la oficina de admisiones se limitaron a comprobar si fumaba en pipa (que si lo hacía) sin comprobar el historial. Menos mal que el amigo Bertrand Russell (que ese sí
está en el paraíso de los fumadores de pipa) lo identifico como Stalin y se evito una situación desagradable.

Desde hace unos años se ha incorporado a mi sección del Cielo una persona que ha dinamizado mucho el cotarro. Tengo (tenemos) con él grandes charlas sobre las pipas y el tabaco, aunque no me gusta que intente que me deshaga de casi todas mi pipas, e intenta explicarme un sistema de clasificación de
tabacos que no entiende ni Dios (es decir, yo mismo). Pero tenerlo aquí es una gozada.

Se llama Pepe…

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